La imagen de sí misma



Se invita a un voluntario, los alumnos ya se conocían desde algún tiempo, ella siempre de gran voluntad, inteligente, responde al llamado del docente. Sale al frente de todos los alumnos y el docente le pide que cierre los ojos y en silencio escuche lo que sus compañeros opinaban de ella. Y así fue, cada alumna de clase que la conocía un poco comenzó a decir: ella es simpática, es inteligencia, responsable, servicial, amable, de carácter decidido, etc.

Hubieran visto su rostro de la joven, se iluminaba de alegría, su felicidad se dejaba escapar entre sus labios, dejando ver su tierna sonrisa que respondía a cada palabra agradable que escuchaba. Con franqueza puedo decir que si se merecía cada palabra alentadora que le decían.

Mientras que esto ocurría, yo me acercaba con un gran espejo, de esos donde te puedes ver de cuerpo completo, lo coloqué al lado derecho de ella y luego le dije: Ahora te toca decirle a la persona que tienes al frente con sinceridad las cosas maravillosas que piensas de ella, a esto la joven con inquietud me responde: ¿y si no encuentro nada que decirle?. Pues sólo se honesta contigo misma y si no tienes nada agradable que decirle pues quédate callada. Muy bien, ahora gira a tu lado derecho y abre los ojos.

Esa tarde aprendí algo de ella que nunca pude olvidar, aprendí a reconocer el dolor de alguien que no podía aceptarse a sí misma. Ella al abrir los ojos se quedó en silencio y unos segundos después su silencio se convirtió en lágrimas de impotencia y terminó diciendo: No puedo profesor, no puedo decir nada. (basado en mis experiencias como docente)

Por. Angel Crovetto

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